Carrera del Rio Darro. |
Tiempo atrás cuando la media luna ondeaba en la Torre de
la Vela, la ciudad de Granada islámica gozó de una floreciente industria textil
(tintorerías y curtidurías de pieles) gracias al aprovechamiento del río Darro.
En una de estas tintorerías había un matrimonio poco avenido ya que la esposa
del Yusef era una mujer muy bella pero
con un gran defecto su único amante eran el oro y las joyas.
Tenerías |
Haifa siempre iba muy bien vestida y engalanada con
las mejores alhajas que el pobre Yusef
le regalaba a pesar de que su negocio de tintar la seda del reino nazarí
no era una mina de oro, pues en el arrabal al-Sabbágin existían diez casas
entre curtidores y tinteros dedicados a ese oficio. A pesar de su flaca
economía Haifa aparentaba ser una mujer de alta alcurnia y gran fortuna por esa fachada del quiero y no puedo, siendo el hazmerreir
de sus vecinos, que la apodaron “La Sultana”. La economía de Yusef iba de mal
en peor ya que sus beneficios tenía que
invertirlos en hacerle algún regalo a su mujer para que esta estuviera contenta
y no le complicara la vida.
Un día... las cuentas
no le cuadraron a Yusef y tuvo que pedirle a su mujer que empeñara una de sus
alhajas para poder salir de la situación económica en que se hallaba. Tal
fue la respuesta a la sugerencia y la
violenta reacción de Haifa que
del grito y bofetada que arremetió contra el pobre Yusef una de las tinajas de
tinte se quebró y empapo de añil todo el cuerpo de el.
Al día siguiente cuando
Yusef salió a la calle para seguir con el trabajo diario y los vecinos le
vieron toda la piel teñida de azul empezaron a reír y desde ese día le apodaron
el “príncipe azul” de ” la Sultana” , y comentaban que a la pareja solo le
faltaba poder vivir en la Alhambra.
Cada vez que veía a su
mujer engalanarse con ricas ropas y joyas....el que apenas podía pagar los
caros tintes para que su empresa familiar pudiera seguir con la tradición
siendo este su único sustento, los demonios hacían cola en la cabeza de Yusef y
la venganza empezó a fraguarse.
Cubriendo el Darro. Embovedado. |
En una noche cerrada
cambiando el agua a las tinajas que tenía
sedas en remojo con los tintes en
la ribera del Darro, vio a una pareja en la oscuridad besándose y haciendo arrumacos
entres palabras de amor. Yusef pensó con melancolía en el amor verdadero, y al
dar media vuelta oyó una voz familiar
y acercandose a los amantes en silencio, se escondió
entre las tinajas comprobando para su inmenso dolor que su mujer era la
apasionada amante del desconocido. No supo el tiempo que estuvo paralizado
viendo como los dos amantes disfrutaban de las caricias de sus cuerpos,
pero lo cierto es que cuando pudo
recomponerse su mente no pensaba en otra idea que la de vengarse de la bruja de
su mujer.
Así pues en una noche
sin luna le dijo a su mujer que necesitaba que le ayudara a tintar unas lindas
sedas que había recibido de un rico noble
y que era necesario sumergirlas en el tinte Púrpura de Tiro el más caro de
todos y
si le gustaba la mercancía podía quedarse con el paño que quisiera para
ella. Haifa se entusiasmó con la
propuesta pues al fin iba a tener un vestido de seda con el color más caro que existía.
Púrpura de Tiro…. seria la envidia de todo el vecindario.
Acepto ayudar a su
marido y este le contó que por ser el
tinte el más caro de todos cuantos tenia,
lo escondía en un recodo secreto del río donde nadie pudiera verlo. Así
engañada se la llevo al río Darro y
teniendo el ánfora preparada le dijo a su mujer que se metiera dentro para que
escogiera la seda. Una vez dentro de un solo tajo con la gúmia le corto la
yugular y tapó la vasija con una gruesa madera, como hacia normalmente cuando
teñía las prendas que le encargaban.
Paso una semana y para
justificar su ausencia le dijo a todo el barrio que su mujer había emprendido
un viaje a las Alpujarras para ver a unos familiares. El iba todas las noches a
comprobar que nadie hubiera descubierto su crimen y comprobaba que el madero
estaba en su lugar sin que nadie lo hubiera movido. Pasaron los días y la salud de Yusef empeoró notablemente a
consecuencia de los remordimientos que le atormentaba y decidió recuperar el cadáver de su esposa y
darle honrosa sepultura, entregandose
posteriormente a la justicia, pero cual fue su sorpresa, cuando al destapar la
tinaja donde había depositado a su mujer descubrió que solo contenía un fuerte
tinte rojo sangre sin rastro del cuerpo
de ella. Busco y rebusco en la tinaja y solo encontró un magnifico tinte de color
sangre. Con las manos manchadas Yusef miro alrededor y enloquecido salió
corriendo río abajo y nadie mas supo de
él.
Pero la leyenda no
termina aquí, pues cuando en 1880
hicieron el embovedado del río Darro
todas las fabricas de curtidores y tintorerías que había en la ribera
del río desaparecieron, pero la tinaja de Haifa en la que había
estado durante siglos oculta no se sabe
por qué sortilegio permaneció intacta y
ahora cubierta por el embovedado. Dicen los más viejos del barrio que cuando un hombre se adentra por el
embovedado del río Darro es mejor que
lleve una buena bolsa de oro o sea buen
amante porque su peaje por pasar por el inframundo puede costarle la vida si no
satisface a su guardiana Haifa “La
Sultana”.