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La Sultana del Rio Darro.

martes, 19 de mayo de 2015


 
Carrera del Rio Darro.
El río Darro ha sido siempre generador de historias y leyendas a su paso por la  ciudad hechicera y llena de misterios como es Granada. Sus aguas van colmadas de la esencia de efímeros  secretos desde los mas románticos hasta los más terribles, por eso “El Darro” es  el  río en el que se diluye  el alma de la ciudad. Desde el paseo de los tristes va mirando al gentío  hasta que llega a Plaza Nueva donde por alguna condena humana, lo entierran vivo hasta desembocar en el río Genil. Pocas veces ha protestado y siempre ha sabido guardar su tesoro…..o su maldición.

Tiempo atrás  cuando la media luna ondeaba en la Torre de la Vela, la ciudad de Granada islámica gozó de una floreciente industria textil (tintorerías y curtidurías de pieles) gracias al aprovechamiento del río Darro. En una de estas tintorerías había un matrimonio poco avenido ya que la esposa del Yusef  era una mujer muy bella pero con un gran defecto su único amante eran el oro y las joyas.

Tenerías
Haifa  siempre iba muy bien vestida y engalanada con las mejores alhajas que el pobre Yusef  le regalaba a pesar de que su negocio de tintar la seda del reino nazarí no era una mina de oro, pues en el arrabal al-Sabbágin existían  diez casas  entre curtidores y tinteros dedicados a ese oficio. A pesar de su flaca economía Haifa aparentaba ser una mujer de alta alcurnia y gran fortuna  por esa fachada  del quiero y no puedo, siendo el hazmerreir de sus vecinos, que la apodaron “La Sultana”. La economía de Yusef iba de mal en peor ya que sus beneficios  tenía que invertirlos en hacerle algún regalo a su mujer para que esta estuviera contenta y no le complicara la vida.

Un día... las cuentas no le cuadraron a Yusef y tuvo que pedirle a su mujer que empeñara una de sus alhajas para poder salir de la situación económica en que se hallaba.  Tal  fue la respuesta a la sugerencia y la  violenta reacción  de Haifa que del grito y bofetada que arremetió contra el pobre Yusef una de las tinajas de tinte se quebró y empapo de añil todo el cuerpo de el.

Al día siguiente cuando Yusef salió a la calle para seguir con el trabajo diario y los vecinos le vieron toda la piel  teñida de azul  empezaron a reír y desde ese día le apodaron el “príncipe azul” de ” la Sultana” , y comentaban que a la pareja solo le faltaba poder vivir en la Alhambra.

Cada vez que veía a su mujer engalanarse con ricas ropas y joyas....el que apenas podía pagar los caros tintes para que su empresa familiar pudiera seguir con la tradición siendo este su único sustento, los demonios hacían cola en la cabeza de Yusef y la venganza empezó a fraguarse.


Cubriendo el Darro. Embovedado.

En una noche cerrada cambiando el agua a las tinajas que tenía  sedas en remojo con los tintes  en la ribera del Darro, vio a una pareja en la oscuridad besándose y haciendo arrumacos entres palabras de amor. Yusef pensó con melancolía en el amor verdadero, y al dar  media vuelta oyó una voz familiar y  acercandose a los  amantes en silencio, se  escondió  entre las tinajas comprobando para su inmenso dolor que su mujer era la apasionada amante del desconocido. No supo el tiempo que estuvo paralizado viendo como los dos amantes disfrutaban de las caricias de sus cuerpos, pero  lo cierto es que cuando pudo recomponerse su mente no pensaba en otra idea que la de vengarse de la bruja de su mujer.

Así pues en una noche sin luna le dijo a su mujer que necesitaba que le ayudara a tintar unas lindas sedas que había recibido de un rico noble  y que era necesario sumergirlas en el tinte Púrpura de Tiro el más caro de todos  y  si le gustaba la mercancía podía quedarse con el paño que quisiera para ella. Haifa  se entusiasmó con la propuesta  pues al  fin iba a tener un vestido  de seda con el color más caro que existía. Púrpura de Tiro…. seria la envidia de todo el vecindario.

Acepto ayudar a su marido  y este le contó que por ser el tinte el más caro de todos cuantos tenia,   lo escondía en un recodo secreto del río donde nadie pudiera verlo. Así engañada se la llevo al  río Darro y teniendo el ánfora preparada le dijo a su mujer que se metiera dentro para que escogiera la seda. Una vez dentro de un solo tajo con la gúmia le corto la yugular y tapó la vasija con una gruesa madera, como hacia normalmente cuando teñía las prendas que le encargaban.

Paso una semana y para justificar su ausencia le dijo a todo el barrio que su mujer había emprendido un viaje a las Alpujarras para ver a unos familiares. El iba todas las noches a comprobar que nadie hubiera descubierto su crimen y comprobaba que el madero estaba en su lugar sin que nadie lo hubiera movido. Pasaron los días y  la salud de Yusef empeoró notablemente a consecuencia de los remordimientos que le atormentaba y  decidió recuperar el cadáver de su esposa y darle honrosa sepultura,  entregandose posteriormente a la justicia, pero cual fue su sorpresa, cuando al destapar la tinaja donde había depositado a su mujer descubrió que solo contenía un fuerte tinte rojo sangre  sin rastro del cuerpo de ella. Busco y rebusco en la tinaja y solo encontró un magnifico tinte de color sangre. Con las manos manchadas Yusef miro alrededor y enloquecido salió corriendo río abajo y nadie mas supo  de él.

Pero la leyenda no termina aquí,  pues cuando en 1880 hicieron el embovedado del río Darro  todas las fabricas de curtidores y tintorerías que había en la ribera del río  desaparecieron,  pero la tinaja de Haifa en la que había estado durante siglos oculta  no se sabe por qué sortilegio permaneció  intacta y ahora cubierta por el embovedado. Dicen los más viejos del  barrio que cuando un hombre se adentra por el embovedado del río Darro  es mejor que lleve una buena bolsa de oro o sea  buen amante porque su peaje por pasar por el inframundo puede costarle la vida si no satisface a su guardiana Haifa  “La Sultana”.

 
Investigando en el interior del Embovedado.