Notaez. |
Notáez mantiene la tipología típica de la Alpujarra granadina, situado en la umbría de una montaña sobre el valle del rio
Guadalfeo, esteanejo deAlmegíjar, expone a los cuatro vientosla vida tranquila
que da el sosiego del lugar. Sus calles estrechas y encaladas, llenas de
macetasrecorren este pequeño pueblocreando mágicos pasadizos llamados “tinaos”,
lugar preferido de duendes y hadas que se esconden de los forasteros para
gastarles inocentes bromas cuando están durmiendo. Notáezestá lleno de lugares sorprendentesdonde
el alma se reconcilia con el corazón, la pazha sustituido a la algarabíade los
chiquillos que antaño jugaban en la plaza de la iglesia o alrededor de la
mítica fuente que sirve de abrevadero. Es el sino de estos pueblos pequeños
donde el trabajo escasea y hay que emigrar para buscarse la vida. Son sus pocos
vecinos buenos anfitriones que no dudan en ofrecer un vaso de vino de la
Contraviesa mientras hierran a un mulo tordo oesquilan las ancas traseras del
equinoen filigranas dignas del mejor de los artistas. El antiguo lavadero hoy convertido
en un jardín colgante se encuentra lleno de macetas y flores, mantiene las
añejas pilas donde las vecinas se ponían al día de lo acontecido en el pueblo yen
tiempos no muy lejanosfue conocido en la comarca por sus deliciosos dulces
moriscos.
Cuenta la leyenda que…eran tres hermanos los que ayudaban a su
padre en elbien guardadosecreto de la repostería morisca. Durante años habían
endulzado la vida de los habitantes de Notáez y su alrededores con materias
primas de primera calidad, nueces, higos secos, almendras y algunos toques de
cilandro, menta, hierbabuena, pasas,canela y miel elaborado bajounasecreta
receta que se había transmitido de generación en generación y que los convertía
en únicos en cuanto sabor y textura. Solo había un problema…los hijos, los
irascibles hijos del pastelero que como siempre ocurre donde hay dos, tres son
multitud y los roces empezaron a florecer en el seno de los hermanos.
—¡Padre, Alberto no ha mezclado bien la masa y ahora esta blanda!
—¡Ha sido Pablo que no echado la harina a su tiempo!
—¡Si Fabián hubiera traído el agua cuando le dije…ahora no
tendríamos el problema!—respondió Pablo.
—¿Cuando vais a dejar de pelearos?—decía el pobre padre. —¡Así no
hay quien trabaje!––se lamentaba.
El hombre sufría en silencio el desencuentro de los tres hermanos,
reconociendo que cada uno tenía sus virtudes, tenaces, trabajadores y amantes
de su trabajo.Pero ¿cómo hacer que los tres se llevaran bien? Esa era la pregunta
que cada día se hacia.
Un día apareció por Notáez una gitana metida en años a la que le
acompañaba una linda muchacha de pelo azabache y ojos verdes como las aceitunas,las
dos iban por los pueblos vendiendo canastas de caña y cestas de esparto.
––Buendía nos de dios, maese pastelero.––saludo la gitana.––¿Podría
ponerme una docena de “alfajoes”?
––Ahora mismo…¡Alberto trae la bandeja de alfajores!–– el muchacho
llevaba la bandeja en las manos cuando se quedo encandilado de la belleza de la
joven tropezando con su hermano Pablo yendo a parar todos los dulces al suelo.
De nuevo empezó la discusión, mientras el pobre pastelero se ponía las manos en
la cabeza.
––Parece que los muchacho no se llevan bien– dijo la gitana.
––¡No sabe lo que es aguantarlos todo el día, esto es un sinvivir!
––Uhm…quizás pueda ayudarle.
––¿Cómo?
––Antes de nada, ¿que obtendría cambio?
––¡Lo que quiera, con tal de que éstos dejen de pelearse!
––¿Si pongo paz en esta casa…usted me dará la receta secreta de
sus pasteles morunos?
Aquel acuerdo no le gusto mucho al pastelero que aceptó a
regañadientes.
––Trato hecho.––respondió .
La gitana se reunió con los tres y propuso: Aquel que sorprenda
con el pastel mas rico y apetitosoa mi sobrina,aquí presente, será el elegido
para casarse con ella.––los tres hermanos se miraron entre si y como por
resorte empezaron a elaborar cada cual el pastel que ganaría el corazón dela
preciosa joven.
Fabián tenía el don de elaborar las mejores peladillasde la
comarca, Alberto hacia unos almendrados que eran un lujo para el paladar y que
decir del más pequeño de la familia, Pablo, sus empanadas con mezcla de salado
y dulce,eran las delicias de la Alpujarra.
Fabián fue quien conquistó el corazón de la muchacha con sus
exquisitas peladillas. Al mes se casaron y se fueron a vivir a Cadiar de donde
era oriunda la novia y ahí puso un obrador para seguir con la tradición
familiar. Ya solo quedaban dos en casa del padre.
—¡¡¡Te dije que vigilaras el horno…has quemado los almendrados a
cosa hecha!!!—reprochabaAlbertoa su hermano Pablo.
—¡¡No soy tu esclavo!! y si estas utilizando el horno deberías de
vigilarlo, para eso son tus almendrados!!
De nuevo las discusiones brotaron en la pastelería y de nuevo
apareció la gitana con otra muchacha de pelo rubio como el trigo y unos ojos azules
como el alba. Repitió la misma propuesta que a su hermano Fabián…y Alberto
conquisto el corazón de la chica con sus almendrados con frutos secos y miel.
Al mes se casaron y se fueron a vivir a Torvizcón donde puso otro obrador. Solo
quedaba en casa del pasteleroel pequeño Pablo que no paraba dediscutir con su
padre. Al poco volvió a presentarse la gitana con una nueva sobrina de pelo
rojizo como una puesta de sol y ojos miel que atrapó el corazón del joven. No
hubo que afanarse mucho en la receta de las empanadas pues al probarlas quedo
prendada del más pequeño de los pasteleros quedándose a vivir en Almegíjar, donde puso otro obrador.
Ya no hubo más discusiones ni reprochesen casa del pastelero, la
vida de aquel hombre se lleno de paz y tranquilidad, solo veían a sus hijos en
señaladas fiestas donde se reunía con ellos y sus mujeres para hablar de sus
prósperas pastelerías.
Y así fue como la gitana apareció al año siguiente reclamando su
recompensa.
––Yo he cumplido mi parte y ahora solo te queda desvelarme el
secreto de las recetas de tus famosos pasteles morunos.
––Si te las doy… cualquiera podrán hacerle la competencia a mis
hijos….
––¡ Ese no fue el trato al que llegamos!––le respondió la gitana
indignada.––¡Me has engañado y no puedo volver a dejar las cosas así!
––Lo siento, debo proteger el futuro de mis hijos… si aceptas te
daré dinero para compensarte.
––¡No quiero dinero solo que cumplas tu palabra…
––¡No puedo, la tradición familiar me obliga a transmitir el
secreto a mis descendientes y todos sin excusa a guardar el secreto de su
elaboración. Así me lo confiaron a mi y así hare yo.
––Pues, si no vas a cumplir lo pactado…––la gitana le miro con el
entrecejo fruñido y llevándose los dedos cruzados a los labios, le hecho una
maldición. —¡Serán tus hijos los últimos de tu linaje y con ellos morirá tu
secreto!—con esas palabras sentenció lo que años más tarde sería un hecho.
Los tres hermanos murieron sin descendencia y con ellos a la tumba
fue su secreto.