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Gor y el Puente Grande.

miércoles, 1 de abril de 2015


Vista del Pueblo de Gor

Enclavado en las estribaciones de la cara norte de la sierra que lleva su nombre y a más de 1200 metros de altitud, Gor presenta una visión desde la carretera de un pueblo de postal. Su etimología proviene del árabe y significa “Terreno Bajo” refiriéndose al valle formado por el rio que conduce sus aguas por la rica vega y que pasa a engrosar el caudal del Guadiana Menor a través del Fardes, por el sur limita con las tierras del Zenet, en su levante fronterizo con Baza y por el norte y oeste con la ciudad de Guadix. Cuenta con un total de siete anejos; Las Viñas, Cenascuras, Roto del Serval, Los Balcones, Rambla de Valdiquín, Los Corrales y Las Juntas. La villa tiene varios atractivos turísticos como la pequeña iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, con una capilla dedicada a la Virgen de Belén, con pinturas murales que representan el escudo de Don Sancho de Castilla. La fuente de los siete caños se encuentra en el centro del pueblo y dicen que el forastero que  beba de su agua volverá a visitar Gor a lo largo de su vida. Junto a la fuente esta el lavadero público donde existen numerosos murares de azulejos con poemas y frases dedicadas a las mujeres antiguas que lavaban con esfuerzo y sacrificio en sus duras pilas. La historia nos cuenta que sobre un antiguo castillo medieval, los Duques de Gor edificaron su castillo-palacio en el siglo XV y que durante la guerra civil fue desmantelado y vendido todos sus materiales, quedando restos de lienzos de la muralla exterior, de ella se han servido los goreños para levantar su emblemática plaza de toros. Están documentados que los encierros de toros de esta villa son los más antiguos de España.
Gor poseía en el pasado tres puentes de hierro levantados para la línea del tren de Baza-Guadix; uno, en el Arroyo de Baúl(que aun existe), el de Puente Chico, situado a unos centenares de metros río arriba donde se encontraba el Puente Grande, un monumental mecano de hierro que en 1907…

Cuenta la leyenda que …¡Viajeros al tren¡ con destino a Baza, Freila, Zújar, Baúl, Gorafe, Gor y Guadix va a efectuar la salida de un momento a otro…piii.––dijo el jefe de estación de Caniles.
Eran los primeros viajes de aquella recién abierta línea férrea, los viajeros se iban acomodando en los asientos poco a poco, para algunos, el viaje iba a ser una experiencia inolvidable pues era la primera vez que se subían a este medio de transporte, otros sin embargo ya tenían recorrido algunos kilómetros a sus espaldas.

–––¿Es la primera vez que sube al tren?––pregunto un hombre de robusto bigote con sombrero de paja estilo Canotier a otro con bombín de fino bigote y rostro pálido.
––A este tren si…y quizás la ultima.––dijo en un tono seco y cortante.



— ¿prefiere el coche de caballos?

El hombre del bombín le miró fijamente.

–– Como los caballos a los que apostó, arruinando su vida y la de su familia?–– había algo en la mirada que le hizo recorrer al de Canotier un escalofrió por la espalda. Este carraspeo como quitándole hierro al asunto.

––Ejem, ejem… ¿Quién es usted y…y…que…sabe de mis asuntos?balbuceo nervioso. El interpelado volvió a mirar por la ventanilla como si la conversación ya no fuera con él.
––A estos trenes suben personajes sin las más mínima educación. ––dijo el de Canotier levantándose del asiento muy alterado alejándose del ahí. Al poco, apareció una señorita con abanico en mano y elegantes guantes de finos encajes.
––Perdone caballero… ¿esta libre este asiento?––este la miro y afirmando con la cabeza, quitó los pies del asiento y sacó un pequeño libro del interior de su chaqueta que comenzó a leer sin prestarle mayor atención a la muchacha.
Puente de Hierro en Baúl.
Se puso en marcha el tren dando pequeños tirones y soltando penachos de humo blanco por sus laterales.
––¡Parece que nos movemos! ¡Ya era hora…llevo en la estación de Caniles desde esta mañana!––comento la señorita intentando entablar conversación.
El hombre la miro por encima del libro haciendo un movimiento de negación con la cabeza, siguió leyendo.
––Parece que es usted de pocas palabras…
–– ¿De qué quiere que hable? ¿De su noble y rico novio…que la ha dejado?––le dijo escupiendo las palabras. Aquello no lo esperaba la muchacha que se quedo sin habla.
––Y no se preocupe por el hijo que lleva dentro de sus entrañas, antes de que lleguemos a Guadix todo se habrá solucionado…ya verá.––dijo mostrando una sonrisa cruel.
En esta ocasión fue él quien se levanto cambiando de asiento, dejando a la muchacha con los labios temblorosos y lagrimas en los ojos.
El del Bombín vio un asiento vació al lado de un campesino que llevaba una cesta llena de ajos.
–– Parece que a usted no le molesta el olor a ajos
–– ¡A mí, me molestan las preguntas!––corto en seco.
El tren llego a la estación de Baúl, bajándose el campesino con su cesta, no antes de hacerle una peineta al del bombín.
––¡Ahí queda usted y su malafollá…seguro que es de Graná!
El tren continuó su viaje por tierras de Gor cuando un pastor cercano al puente de hierro atravesó sus ovejas en la vía mientras gesticulaba con los brazos para que el tren parara y el maquinista de inmediato aminoró la maquina dejándola a pocos metros del pastor.
––¿Loco que haces en medio de la vía con las ovejas?
––¡Avisarte de que el puente se caerá si lo atraviesas con todos los pasajeros…no aguantará tanto peso!
––¿Pero quien eres tú? ¿El ingeniero jefe disfrazado de pastor?.
––Si…tú ríete, conozco el terreno mejor que esos “estiraos del ferrocarril”…ya les dije cuando estaban haciendo los pilares que el terreno se movía y no era seguro para la obra.
Los viajeros que escucharon al pastor no daban crédito a sus palabras,… algunos ya se habían bajado del tren por si las moscas.
––Pero, ¿es que le van hacer caso a un ignorante cabrero?¡¡¡Vamos continúe la marcha del tren!!––dijo el del bombín. Ya era demasiado tarde, todos los viajeros se habían bajad y caminaban por la vía hacia el lado opuesto. Cuando llegaron a la estación de Gor el tren comenzó a atravesar el puente de hierro a paso de hombre, sin pasajeros estando todos  expectantes ante los crujidos que daba el hierro. Cuando llego al lado opuesto sin incidentes todos los pasajeros volvieron a subir y continuaron su viaje. Cuando ya se alejaba el tren camino a Guadix el pastor con media sonrisa miro al del bombín que se encontraba sentado en la estación con cara de pocos amigos.
–– ¡Todo el mundo merece una segunda oportunidad! ¿No?–– dijo riendo y se fue con su rebaño sierra arriba.
Así, a diario, durante casi siete años, todos los viajeros que hacían el trayecto de Baza-Guadix, se bajaban en el puente de Gor y hacían los cuatrocientos metros del puente de hierro a pie…Todo, hasta que fue sustituido por el Puente Chico.

El Puente Grande fue desmontado y llevado al pueblo de Dúrcal donde se inauguró el 18 de julio de 1924 con 188,25 metros. Allí pasó a llamarse “Puente de Lata”, pero eso amigos es otra leyenda.

Viajeros bajando del tren en el Puente Grande.