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El León de la Cueva de Siete Palacios en Almuñécar.

domingo, 13 de diciembre de 2015


Entrada a Cueva Siete Palacios. Almuñécar.

El mundo de los mitos y leyendas se alimenta de lo insólito e inexplicable para el sentido común. Algunas veces la ciencia se encarga de demostrar con su método empírico  el fenómeno en sí,  pero en otras ocasiones  las  explicaciones  quedan  colgadas de alfileres  y el hecho queda registrado  para los anales de lo oculto.
Cuando mi amigo Federico Molina el arqueólogo municipal de Almuñécar, descubrió la Cueva de Siete Palacios nunca hubiera  podido  imaginar que su proyecto de establecer allí el Museo Arqueológico de la villa iba a tener tanto éxito, pues el lugar en sí es  ya un legado histórico  en cuanto a su estructura. La distribución arquitectónica de Cueva de Siete Palacios está compuesta de una serie de  bóvedas o cuevas construidas en  piedra que  unidas unas a otras constituyen  un corredor anclando los cimientos que allanaron el monte donde se ubicaba la ciudad de Sexis quedando así un buen sótano debajo de toda la ciudad.
Interior del Museo.
Los objetos que agrupan este misterioso  y  bello  lugar son  piezas halladas en las necrópolis fenicias de Laurita y Puente Noy, pero lo más destacado es una urna funeraria egipcia de Apofis I, en mármol gris que constituye la pieza heredada  más antigua de  la Península Ibérica.  Asimismo debe ser destacado por ser pieza clave de esta leyenda  la  figura esculpida en piedra que representa un León de época fenicia única en España.
Cuenta la leyenda que la Cueva de Siete Palacios se utilizó como lugar de reunión secreto,  donde los cristianos realizaban sus cultos religiosos sin ser descubiertos por los soldados del emperador romano Diocleciano. Este emperador promulgó cuatro edictos contra los cristianos entre el 303  y 304  d.c  con el designio de terminar de una vez para siempre con el Cristianismo
En una de esas reuniones secretas  en la que los cristianos realizaban sus ritos, había un traidor llamado Parmenión  que estaba perdidamente enamorado de Sabina una de las cristianas que frecuentaban la Cueva de Siete Palacios.
 Los constantes rechazos de la bella Sabina hicieron de Parmenión un hombre rencoroso y amargado que aumentó  su odio hacia ella, cuando vió que Sabina estaba enamorada de  Theodotus, el dirigente espiritual de aquella comunidad secreta de cristianos y que también él  correspondía a los anhelos de Sabina.   
Quimera. Museo de Almuñécar.
A partir de ese momento Parmenión comenzó a planear su venganza hacia los dos enamorados. Su plan era denunciar  a la autoridad militar de la ciudad de Sexi, las reuniones clandestinas de sus compañeros, renegando así de su fe por despecho y condenando su alma al más oscuro de los pozos del inframundo. Pero el destino, providencia o la intervención divina hizo que la denuncia del traidor fuera a parar a manos de un centurión afín al cristianismo que de inmediato dio aviso a Theodotus de la felonía de Parmenión.
Simularon una reunión de juego y apuestas en Cueva de Siete Palacios con el  fin de confundir a los soldados del emperador. Estos creyeron que Parmenión se había burlado del Perfecto al hacer una denuncia falsa y éste mandó  que lo detuvieran de inmediato. Conocedor de su destino Parmenión salió de la ciudad por la factoría de los salazones en el Majuelo dirección a la playa de San Cristóbal pero en el camino se encontró con la ama-criada  de Sabina una mujer muy mayor que se decía de ella que era pitonisa y podía interpretar el futuro, cosa que hizo con Parmenión.
—El león te espera para darte muerte, encerrando tu alma negra en un corazón de piedra.
—“Vieja loca, ya no hay leones en Sexi”— Pensó Parmenión  y siguió su camino para escapar de los soldados pero al llegar a puente Noy una rama se trabó con sus pies dando de cabeza en una roca que sobresalía rompiéndose el cráneo. En ese mismo instante un humo negro salió de la nariz de Parmenión y se alojó en un agujero de la piedra.
Siglos después, esa piedra fue descubierta y desenterrada en el yacimiento de la necrópolis del puente Noy resultando  ser un león de piedra tallada  durante la época fenicia.
— Nunca  dijo la vieja pitonisa  que el león era de carne y hueso. ¿Verdad?
Pero aquí no acaba la leyenda…….. Este León está expuesto en el Museo Arqueológico de Almuñécar dentro de una urna de cristal y aquí viene lo asombroso de esta leyenda,  según  comenta Federico Molina  es la  tercera vez que la urna que protege la figura del león se agrieta sin motivo aparente. De hecho la que tiene hoy por hoy  sigue rota por un lateral  y el techo, quizás a consecuencia de una fuerza sobrenatural oculta que quisiera escapar de la prisión  donde se encuentra o por el contrario tendrá una explicación más racional y científica a ustedes les dejo la elección…
Federico Molina y el León fenicio dentro de la Urna.