Castillo de Castell de Ferro. |
Hace
ya muchos años cuando Castell de Ferro
se llamaba Masalferruch allá por el siglo XII existía un gran Castillo que
se ubicaba en un monte a más de 90 metros de altura del nivel del mar, en el centro de la rambla
de Gualchos a la que divide en dos brazos; el de la derecha desemboca en la
playa del Sotillo y la de la izquierda
en la de Cambriles.
El
Castillo de Castell de Ferro tenía la misión como Ribat musulmán, la de defender la costa Granadina de posibles enemigos que
accedieran por mar, sus guarniciones las componían los mejores soldados, los denominados monjes-guerreros que también se dedicaban a la
meditación y oración dentro de la fortaleza pues en ella también se ubicaba la mezquita.
Desde la Fortaleza. |
Cerca
del Castillo se iba formando el pueblo ladera abajo con algunas casas ya
habitadas por familias de pescadores, una de estas familias poseía la más bella
muchacha de la comarca que trabajaba en el servicio doméstico del alcaide del castillo. En sus quehaceres por la fortaleza Thalía, ese era su nombre, no pasó inadvertida para el más aguerrido de
los soldados, Abdel-Alí, quedando su
corazón prendado de la muchacha y ella de él. Solo había un problema, sus votos de castidad al ingresar
como monje-guerrero le prohibía tener relación con mujer alguna.
Los
días pasaron y la complicidad de los dos jóvenes era cada vez mayor hasta el
punto que su amor estaba declarado abiertamente y sus planes de fuga bien
estudiados.
Un
día del mes de Rajab (Julio) una vela apareció por Poniente, Abdel Alí se encontraba de guardia en lo más
alto de la torre del homenaje dando aviso a sus compañeros del barco que se acercaba a la costa de
Castell. La alarma se desató entre los
monjes-guerreros que una vez informaron al alcaide de la fortaleza, bajaron a
galope tendido hasta la playa para
identificar a los tripulantes de la embarcación. En los siguientes minutos la
alarma se diluyó ante la presencia de un
personaje de la realeza que se identificó como mensajero del Sultán de Granada el
cual llevaba orden de recoger a cuantas muchachas solteras y disponibles estuvieran para entrar al servicio del Sultán en la corte Granadina.
Interior del Castillo. |
El alcaide
del Castillo no dudó ni un momento en ofrecer a Thalía para buscar el favor del
representante real como una de las
mejores y más bellas muchachas del pueblo que sin duda el Sultán tendría a bien en
valorar su regalo. La presencia
de Thalía agradó considerablemente al representante real quien dio órdenes de preparar el barco a la mañana
siguiente para partir hacia Salawbinya (Salobreña).
Esa noche Abdel Alí
conoció los planes del emisario real para con su amada Thalía. Ideó un
plan de fuga que permitiría su
escapada en dirección a la Alpujarra donde la familia de él les ayudaría a refugiarse en lo más profundo del reino granadino,
comenzando una nueva vida de casados sin
que nadie conociese su pasado.
Interior Castillo. |
Pero no siempre los augurios son favorables con los insignificantes humanos, ellos siempre proponen pero la
baraka no es siempre complaciente con
los que la invocan y el resultado fue muy distinto de la deseado. Esa misma
noche el representante del rey recibió el chivatazo de uno de los compañeros de
Abdel Alí sobre los planes de fuga y dio orden de encarcelar a nuestro enamorado
en las mazmorras de la torre junto al aljibe de la fortaleza. La bella Thalía fue conducida directamente a
la nao fuertemente custodiada por los monjes-guerreros, los mismos compañeros de su amado
que la trataron como a una bruja que había hechizado a su compañero de
armas y había hecho que renegar del compromiso con la auténtica fe.
Al clarear el
alba subieron a Abdel-Alí a lo más alto
de la torre del homenaje para que sus
ojos pudieran ver por última vez a su amada subida en la cubierta del barco y
partiendo hacia Granada. El dolor de Abdel-Alí
tan profundo y desgarrador como
el filo de la espada que le atravesó el corazón por la espalda. El alcaide de la fortaleza, cumpliendo órdenes del representante real había organizado la ejecución para
escarmiento ejemplarizante de todos los
monjes-guerreros y así recordarles su compromiso con la fe y la casa
real.
Nuestra Thalía murió de congoja y tristeza
un día de Rajab (Julio) en el patio de
la alberca de la Alhambra y fue su último
deseo el poder descansar eternamente siendo enterrada en las arenas de la playa de Cambriles con la mirada puesta en
un mar turquesa.
Desde entonces cuenta la leyenda que en
las noches de luna llena, cuando el mar está agitado y el viento sopla con furia, una figura espectral aparece en la
torre del homenaje del Castillo de Castell de Ferro, oteando el horizonte con su capa al viento. Su
ropa deja ver una malla de hierro que destella con los rayos de Luna, signo de su condición de guerrero.
Su
mirada vigila un pequeño montículo que cierra la playa hacia levante y hay quien dice que una vez al año durante el mes del
ramadán desde el ocaso del
sol por poniente hasta el alba, los dos enamorados pasean su amor por la preciosa playa de Castell de Ferro.