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Algarinejo y Fuentes Viejas.

lunes, 25 de mayo de 2015


Cuando me hablaron de Algarinejo no podía imaginar que este pueblo del Poniente Granadino podría albergar un patrimonio rural tan bonito, fui descubriendo un lugar desconocido y mágico, comenzando por la Iglesia de Santa María la Mayor con su propia leyenda, el Barrio Andalusí, Barrio Castellano, La fabrica, Los Corralones, Fuente del Llanete, etc.  y el centro de interpretación de la Cueva donde se ubica la oficina de turismo. En este centro está ubicado el museo de la cueva que es el más avanzado de la provincia y aprovecho para recomendarlo pues no saldréis decepcionados y os sorprenderá gratamente.

Las rutas rurales que posee Algarinejo ofrecen atractivos diversos que permiten disfrutar de la naturaleza desde distintas variantes, aunque a mí me llamo la atención un anejo llamado Fuentes de Cesna y la leyenda de Fuentes Viejas…  
En un tiempo no muy lejano había una aldea que se había construido en el fardón de un tajo, sus habitantes buscando el abrigo de la tierra habían horadado en sus entrañas las viviendas, como se habían hecho durante miles de años buscando las excepcionales condiciones climatologías que ofrecía vivir en el interior de una cueva. Alrededor de aquellas cuevas próspero un lugar llamado Fuentes de Cesna por los manantiales de agua cristalina que recorrían su urbe.
Un sábado del mes de Febrero lluvioso de 1942, apareció por el pueblo un mendigo con un perrito pequeño que en medio de la tempestad de lluvia y frio buscaba refugio en la iglesia del pueblo dedicada a San Jerónimo, pero esta estaba cerrada a cal y canto pues la misa había finalizado hacia tiempo y el cura cerró la iglesia hasta el día siguiente. Recorriendo los alrededores buscó refugio donde resguardarse del temporal y solo pudo encontrar un recodo de una roca junto el manantial “El Caño” donde pudo más mal que bien refugiarse con su perro y allí paso la noche entre relámpagos, truenos y una lluvia incesante que le empapó toda sus ropas calándole hasta los huesos.
A la mañana siguiente el temporal continuaba haciendo estragos y nuestro mendigo acurrucado junto al perro vio que se acercaba una muchacha con un cántaro en las caderas cubierta con una mantilla y tapada hasta las orejas con una bufanda de lana. Ella no lo vio y cuando estaba llenando el cántaro el perro ladró a sus espaldas dándole un susto de muerte pero el mendigo la tranquilizó.

-     "No te preocupes muchacha es muy gruñón pero no hace nada, solo ladra cuando tiene miedo".
-     Eso lo sabrá usted que lo conoce, a mi me ha asustado.
El mendigo se levantó con dificultad y se dirigió hacia la muchacha que se retiró de miedo y mirando a un lado y a otro, viéndose sola como la una y percibiendo él su temor con voz pausada le dijo:
            - Chiquilla no tengas miedo de mi no voy hacerte ningún daño, solo te pido algo de comer, llevo más de dos días sin echarme nada al estomago, solo agua para callar los ruidos de la tripa.
La muchacha asustada salió corriendo tirando el cántaro al suelo que se quebró en mil pedazos. No había pasado ni media hora apareció la muchacha con un hombre canoso y con azada al hombro que se reguardaba del temporal con una manta agujerada por el centro a modo de poncho y plantándose delante del mendigo  le dijo:
            -¿Es usted el que ha asustado a mi hija?
            - "Perdone señor no ha sido mi intención, solo le he pedido algo de comida pues estoy hambriento y helado de frio".
            - Aquí no hay nada para los vagabundos y gente de mal vivir, así que le aconsejo que se marche de la aldea lo antes posible.- Amenazándolo con la azada, el mendigo bajó la cabeza y mirando los pedazos del cántaro roto le dijo:
            - "Antes de que termine el día… Fuentes de Cesna acabará como el cántaro,  deshecha en mil pedazos.
Y sin mirar al labriego cogió al perro y ajustándose el sombrero inicio la subida por el camino de la iglesia de la aldea y al llegar a la puerta miró la mole de piedra y dijo:
-     "Lo siento tu tampoco me abriste tus puertas".

Dándose media vuelta con andar lento y penoso como si llevara un gran peso encima, cuesta arriba arrastrando los pies en aquella arenosa tierra, estaba abandonando la aldea cuando de pronto una niña de unos siete u ocho años lo llamó.
            -Eh oiga…. Señor… perdone ¿puede usted venir?
El mendigo se dio media vuelta al oír la vocecilla de la niña y con cara de interrogación le pregunto.- "¿A dónde?"
-     A mi casa señor, mi madre le ha visto en la puerta de la iglesia y me ha mandado recado para que vaya en busca suya.
Una marcada sonrisa se dibujo en una cara surcada por el frio de la miseria y cogiendo al perrito bajo el brazo acompañó a la niña hasta las puertas de su casa. Allí una buena mujer le estaba esperando con un buen tazón de leche caliente y un trozo de queso de cabra y pan casero.

-     Le he visto rezar en la puerta de la iglesia y con este tiempo infernal que está haciendo me imaginado que no tenía usted donde refugiarse.
-     Le agradezco muchísimo que me ayude señora, llevo varios días sin comer y esto me repondrás fuerzas para seguir mi camino.
-     Si quiere puede quedarse en la cueva que tenemos junto a la casa, sirve de cobijo a los animales, en ella hay paja seca y se está confortable…por lo menos hasta que cese la lluvia.
-     No puedo quedarme señora, aunque le agradezco su caridad.
Una vez acabado el refrigerio el mendigo volvió a darle las gracias a la mujer para iniciar su camino, pero el perrillo prefirió quedarse junto a la niña y sin que se moviera, el mendigo se volvió hacía ella y le dijo.
            -Parece que quiere quedarse contigo ¿No?     
            - Es muy bonito y simpático, ¿podría quedármelo?
            - Claro… siempre y cuando no le dejes que esta noche salga de tu casa, ni él… ni nadie de tu familia, él tiene un alma pura y os protegerá a todos.
Dicho esto el mendigo se perdió entre espesa la lluvia que azotaba la Aldea. A las nueve y veinte de la noche de ese domingo cuatro de Febrero de 1942, un derrumbamiento del tajo que se agrietó y vomitó toneladas de rocas y lodo formando un alud de 600 metros de alto por 500 de extensión dejo un manto de escombros de tres metros de alto, tragándose casas, cuevas e iglesia, dejando una tragedia de 19 muertos 11 viviendas sepultadas y otras tantas semiderruidas, menos una que quedó incólume al paso de aquella embestida.
Ustedes se imaginan cual fue ¿No?