En las mayores tragedias es cuando surgen las
mayores heroicidades, cuando el destino golpea a las personas con
una fuerza devastadora, aparecen sucesos increíbles. Estas dos historias quedaron
grabadas entre el barro, la desesperación y las lágrimas de un pequeño pueblo
del litoral granadino, me refiero a la Rábita. Donde seguro que hubo muchas
otras que quedaron guardadas en lo más hondo de los corazones de los vecinos
del pueblo, historias de personajes anónimos que se volcaron en heroicidades antes
y después de aquel fatídico día. Pero hoy quiero hacerle honor a todo un pueblo
que supo sobreponerse a la tragedia y el horror demostrando al mundo su solidaridad
y capacidad para recuperarse y hacer de sus barros un pueblo maravilloso y exquisito
al que invito a visitar por ser hoy lo que es.
Cuenta la leyenda que…Era bien entrada la noche de
aquel 19 de Octubre de 1973 cuando el camión apareció por la carretera N-340
antes del puente de la rambla de Albuñol con dirección a Almería, los cuatro días de lluvia que llevaba cayendo en la zona
por culpa de la temible gota fría, había hecho de la rambla un verdadero
infierno de agua, barro, ramas de árboles, rocas de gran tamaño y residuos que
se fueron depositando a lo largo del tiempo en aquella seca rambla y que ahora
servían de dique, tapando los ojos de aquella gigantesca estructura del
puente, situado por encima del pueblo de
la Rábita y así convertirse en un macabro pantano a punto de romperse.
El camionero
no se lo pensó dos veces y viendo el peligro que se cernía sobre el pueblo decidió
avisar a sus moradores entrando por un camino anterior al puente y tocando
insistentemente el claxon de su camión, puso en alerta a cuántas personas
salían a su encuentro dando la voz de alarma por las calles del pueblo e
informando de lo que estaba ocurriendo en el puente rambla arriba.
Así este buen hombre hizo que muchas personas del
pueblo subieran carretera arriba poniéndose a salvo mientras otros seguían
avisando a sus vecinos del peligro que
acechaba en la rambla.
Agradecidos los vecinos de la Rábita a este
camionero de su labor e interés en avisar del peligro, le dijeron que siguiera
su camino dirección a Almería, pues él ya no podía hacer más, pero las reglas
del juego del destino no las marcan los hombres sino la propia Parca que
establece cuando le toca a cada uno, ni antes ni después, solo cuando ella
decide cosechar con su inmortal guadaña.
Según cuentan los vecinos cuando el camionero se
dispuso a pasar por el puente que precisamente estaba haciendo de dique en la
rambla, fue cuando cedió aquella gigantesca
estructura y una lengua de agua,
barro, rocas, ramas se llevo el camión de una bocanada rápida y mortífera, engullendo
la vida del buen hombre.
Algunos dicen que este buen samaritano fue un ángel
en forma de camionero dando aviso con la justa antelación o premonición de la
tragedia que iba acontecer desapareciendo en medio de aquel caos de agua, barro
y ramas como había llegado al pueblo, de noche y sin que nadie lo conociera.
Otros vecinos del pueblo comentan que fue un buen hombre que se detuvo para avisar
de la tragedia que estaba por venir y quizás si no se hubiera detenido estaría
con los suyos disfrutando de la vida. De una forma u otra lo cierto es que todo
el pueblo de la Rabita conoce la historia del camionero que avisó al pueblo de
tamaña catástrofe.
Otro caso extraño y curioso que se comentó entre los
vecinos de la Rabita, es la de dos ancianos que vivían muy cerca de donde la
riada arrasó con su traicionera embestida de agua. Los dos ancianos se
refugiaron en la planta baja donde la mujer solía sentarse en una mecedora
junto al fuego de la chimenea, allí quedaron los dos sentados esperando que la
muerte viniera a llevárselos junto al sucio devenir de agua que rodeaba la casa
y que poco a poco iba desmoronando los muros y paredes que sostenían su hogar,
noche terrible para dos personas mayores solas que veían como se desmoronaba donde
habían vivido toda su vida. Nadie podría adivinar lo que en esos momentos pasaría
por la mente de aquellas dos personas, indefensas ante el destructivo poder de
la naturaleza
Pero cuál sería la cara de sorpresa de los equipos de rescate
cuando a la mañana siguiente encontraron la casa de los ancianos totalmente destruida
salvo la esquina de apenas dos metros cuadrados donde se encontraba ellos sano
y salvos, la sombra de la Parca paso de largo sin detenerse en aquel lugar, relatándose
desde ese día… la historia de un
milagro.
Así me lo contaron y así lo escribo, dos historias
de esa fatídica noche donde perecieron más de cuarenta personas y
desaparecieron otras tantas, inundando de dolor y muerte este pequeño y
maravilloso pueblo de nuestra costa granadina.
No siempre aun cuando los elementos se alían en un
cúmulo de casualidades, el sino de los hombres está escrito, pues solo Azrael
tiene la última palabra.