photo arriba22_zpslnaqvelk.jpg

La Rábita y la riada del 73.

lunes, 22 de agosto de 2016




En las mayores tragedias es cuando surgen las mayores heroicidades, cuando el destino golpea a las personas con una fuerza devastadora, aparecen sucesos  increíbles. Estas dos historias quedaron grabadas entre el barro, la desesperación y las lágrimas de un pequeño pueblo del litoral granadino, me refiero a la Rábita. Donde seguro que hubo muchas otras que quedaron guardadas en lo más hondo de los corazones de los vecinos del pueblo, historias de personajes anónimos que se volcaron en heroicidades antes y después de aquel fatídico día. Pero hoy quiero hacerle honor a todo un pueblo que supo sobreponerse a la tragedia y el horror demostrando al mundo su solidaridad y capacidad para recuperarse y hacer de sus barros un pueblo maravilloso y exquisito al que invito a visitar por ser  hoy  lo que  es.
Cuenta la leyenda que…Era bien entrada la noche de aquel 19 de Octubre de 1973 cuando el camión apareció por la carretera N-340 antes del puente de la rambla de Albuñol con dirección a Almería, los cuatro  días de lluvia que llevaba cayendo en la zona por culpa de la temible gota fría, había hecho de la rambla un verdadero infierno de agua, barro, ramas de árboles, rocas de gran tamaño y residuos que se fueron depositando a lo largo del tiempo en aquella seca rambla y que ahora servían de dique, tapando los ojos de aquella gigantesca estructura del puente,  situado por encima del pueblo de la Rábita y así convertirse en un macabro pantano a punto de romperse.

 El camionero no se lo pensó dos veces y viendo el peligro que se cernía sobre el pueblo decidió avisar a sus moradores entrando por un camino anterior al puente y tocando insistentemente el claxon de su camión, puso en alerta a cuántas personas salían a su encuentro dando la voz de alarma por las calles del pueblo e informando de lo que estaba ocurriendo en el puente rambla arriba.
Así este buen hombre hizo que muchas personas del pueblo subieran carretera arriba poniéndose a salvo mientras otros seguían avisando a sus  vecinos del peligro que acechaba en la rambla.
Agradecidos los vecinos de la Rábita a este camionero de su labor e interés en avisar del peligro, le dijeron que siguiera su camino dirección a Almería, pues él ya no podía hacer más, pero las reglas del juego del destino no las marcan los hombres sino la propia Parca que establece cuando le toca a cada uno, ni antes ni después, solo cuando ella decide cosechar con su inmortal guadaña.

Según cuentan los vecinos cuando el camionero se dispuso a pasar por el puente que precisamente estaba haciendo de dique en la rambla, fue cuando cedió aquella gigantesca  estructura  y una lengua de agua, barro, rocas, ramas se llevo el camión de una bocanada rápida y mortífera, engullendo la vida del buen hombre.
Algunos dicen que este buen samaritano fue un ángel en forma de camionero dando aviso con la justa antelación o premonición de la tragedia que iba acontecer desapareciendo en medio de aquel caos de agua, barro y ramas como había llegado al pueblo, de noche y sin que nadie lo conociera. Otros vecinos del pueblo comentan que fue un buen hombre que se detuvo para avisar de la tragedia que estaba por venir y quizás si no se hubiera detenido estaría con los suyos disfrutando de la vida. De una forma u otra lo cierto es que todo el pueblo de la Rabita conoce la historia del camionero que avisó al pueblo de tamaña catástrofe.

Otro caso extraño y curioso que se comentó entre los vecinos de la Rabita, es la de dos ancianos que vivían muy cerca de donde la riada arrasó con su traicionera embestida de agua. Los dos ancianos se refugiaron en la planta baja donde la mujer solía sentarse en una mecedora junto al fuego de la chimenea, allí quedaron los dos sentados esperando que la muerte viniera a llevárselos junto al sucio devenir de agua que rodeaba la casa y que poco a poco iba desmoronando los muros y paredes que sostenían su hogar, noche terrible para dos personas mayores solas que veían como se desmoronaba donde habían vivido toda su vida. Nadie podría adivinar lo que en esos momentos pasaría por la mente de aquellas dos personas, indefensas ante el destructivo poder de la naturaleza

Pero cuál sería  la cara de sorpresa de los equipos de rescate cuando a la mañana siguiente encontraron la casa de los ancianos totalmente destruida salvo la esquina de apenas dos metros cuadrados donde se encontraba ellos sano y salvos, la sombra de la Parca paso de largo sin detenerse en aquel lugar, relatándose desde ese día… la historia de un  milagro.
Así me lo contaron y así lo escribo, dos historias de esa fatídica noche donde perecieron más de cuarenta personas y desaparecieron otras tantas, inundando de dolor y muerte este pequeño y maravilloso pueblo de nuestra costa granadina.
No siempre aun cuando los elementos se alían en un cúmulo de casualidades, el sino de los hombres está escrito, pues solo Azrael tiene la última palabra.