De
Loja se pueden contar mil y una leyendas, tradiciones que han marcado su
carácter y la de sus gentes, personajes que han triunfado en la memoria de la
historia y lugares que se recordaran en el devenir de los tiempos.
Pero
antes de adentrarme en el paisaje de sus calles y saborear los secretos más
íntimos de esta villa del Poniente Granadino, quisiera transcribir la
descripción que de ella hizo el ilustre lojeño Ibn al-Jatíb: «Su aspecto es
maravilloso y su paisaje, encantador, es inolvidable. Corre a sus pies un
caudaloso río, bordeado por frondosos árboles, en cuyos alrededores abundan los
jardines y los manantiales de agua, que ofrecen lugares de descanso y
distracción. Sus tierras están regadas por numerosas acequias. Ofrece al
viajero un grato reposo, haciéndole pensar que se encuentra en su propia
mansión. El bienestar que allí se disfruta nos vuelve hacia Dios».
––Loja,
flor entre espinas. ––comentó la reina Dña. Isabel la Católica y así se escribe
en su escudo, con torre de oro y puente
de plata.
Durante
el paseo tranquilo y sosegado me llamó la atención uno de sus parques que posee
Loja, donde las vistas a la ciudad son preciosas, es el «Mirador de Sylvania».
Cuenta
la leyenda que allá por el 1933 los estudios de la Paramount buscaban exteriores
para rodar la película "Sopa de Ganso" de los hermanos Marx, pues
entre los trabajadores de este famoso estudio se encontraba un lojeño músico y
fascinado por la cinematografía. Había emigrado a Estados Unidos en 1930 después
de salir de Loja tras un descalabro amoroso y un ruinoso negocio de
fotografía, la cuestión es que no sabría
explicarles si lo uno fue antes que lo otro.
La
anécdota es que Manuel Marín que así se llamaba nuestro protagonista empezó
haciendo pequeños encargos en Hollywood trabajando para unos estudios
cinematográficos.
El
auge del cine en Estados Unidos estaba en su apogeo y las grandes superproducciones
como «Los diez mandamientos» (1923) «El virginiano» (1929) o «El signo de la
Cruz» (1932) necesitaban de decorados naturales y he aquí donde aparece Manuel.
En
esa época Manuel empezaba una nueva
relación amorosa con una de las secretarías de producción, su nombre era Leonor
Quirós, la joven y bella muchacha de origen latino lo tenía encandilado. Su
destino empezó a cambiar en cuestión de amores, pero la mala suerte seguía
acompañando. Al poco tiempo de su
relación sentimental se enteró que su novia era acosada por un alto ejecutivo
de la Paramount con el que trabaja y en época de depresión económica no era
momento de perder ambos el empleo.
Así
fue como en uno de los garitos de Los Ángeles Manuel conoció a Harpo «el mudo»
de los hermanos Marx con el que inició una estrecha y prolifera amistad pues a
los dos les gustaba la música y el arpa. Tras una larga noche de copas e
íntimas confidencias Manuel decide compartir
su secreto con Harpo que compadecido y solidarizado decide ayudarle.
En
complicidad con sus hermanos que en ese momento estaban inmersos en la
producción de «Sopa de Ganso» deciden
ayudar a «Manolo» como ellos le llaman.
Lo
primero que hace Groucho es nombralo jefe de plató de exteriores y le encarga
que busque y sitúe el ficticio país de Sylvania en Europa y que ruede
exteriores y panorámicas de interés por su belleza.
Le
encomienda que en el plazo de tres meses esté de vuelta con la grabación y para
su alegría le dice que podía contar con la ayuda de la secretaría de producción
cinematográfica.
La
propuesta de los hermanos Marx era la oportunidad que Manolo estaba esperando
para demostrar su talento en el campo de la cinematografía. Así pues tras coger
un equipo de filmación en compañía de Leonor se embarcaron rumbo a Europa.
Mientras
tanto los Hermanos Marx empezaron a tener problemas con algunos directivos de
la Paramound, pues no veían con buenos ojos que se despilfarraba el dinero con
viajes innecesarios y con personal poco cualificado para esos menesteres,
alegando Groucho Marx: «Hay muchas cosas en la vida más importantes que el
dinero. ¡Pero cuestan tanto!».
La
aventura de Manolo en Europa se inició en su pueblo natal de Loja, allí se
instaló en la antigua casa de sus padres de la calle Mesón del Arroyo. Ahí
presentó a la que sería su mujer Leonor. Fueron días maravillosos, días en que
Manolo le enseñaba a su prometida los alrededores del pueblo. Los Infiernos de
Loja, Rio Frio, La Iglesia de San Gabriel, El Pósito, la fuente de la Mora o de
los veinticinco caños, la Iglesia de Santa María de la Encarnación, La Alcazaba
y largos paseos por los barrios de su pueblo saboreando los famosos roscos de
la pastelería Santa Teresa abierta desde 1840.
Pasado
un tiempo se recibió del director Loe McCarey un telegrama pidiéndole que
regresara con las filmaciones de recursos naturales a Los Ángeles con el fin de
visualizar las imágenes del país de Sylvania pues la película se iba rodar en
breve.
Manuel
había grabado muchos parajes, pero le quedaba rodar la parte más importante
«Sylvania» una panorámica. Esa misma tarde ensimismado en el porche de la casa
de sus padres con la mirada perdida en el paisaje de la villa que se le ofrecía
desde ahí descubrió que el país que esta buscado lo tenía frente a sí. Sin más
demora a la mañana siguiente filmó la famosa panorámica de Sylvania.
La
película «Sopa de Ganso» se convirtió en un rotundo éxito siendo la última de
los Hermanos Marx con la Paramount. Al poco tiempo, todo el equipo de filmación
fue contratado por la Metro Goldwyn Mayer.
Nuestro
entrañable personaje, Manuel, se casó en la Baja California con Leonor y siguió
en la nómina de los Hermanos Marx hasta su disolución.
Y
parafraseando al genio Groucho: «Citadme diciendo que me han citado mal».