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De Loja a Sylvania.

lunes, 28 de noviembre de 2016



De Loja se pueden contar mil y una leyendas, tradiciones que han marcado su carácter y la de sus gentes, personajes que han triunfado en la memoria de la historia y lugares que se recordaran en el devenir de los tiempos.
Pero antes de adentrarme en el paisaje de sus calles y saborear los secretos más íntimos de esta villa del Poniente Granadino, quisiera transcribir la descripción que de ella hizo el ilustre lojeño Ibn al-Jatíb: «Su aspecto es maravilloso y su paisaje, encantador, es inolvidable. Corre a sus pies un caudaloso río, bordeado por frondosos árboles, en cuyos alrededores abundan los jardines y los manantiales de agua, que ofrecen lugares de descanso y distracción. Sus tierras están regadas por numerosas acequias. Ofrece al viajero un grato reposo, haciéndole pensar que se encuentra en su propia mansión. El bienestar que allí se disfruta nos vuelve hacia Dios».

––Loja, flor entre espinas. ––comentó la reina Dña. Isabel la Católica y así se escribe en su escudo, con torre de oro y  puente de plata.
Durante el paseo tranquilo y sosegado me llamó la atención uno de sus parques que posee Loja, donde las vistas a la ciudad son preciosas, es el «Mirador de Sylvania».

Cuenta la leyenda que allá por el 1933 los estudios de la Paramount buscaban exteriores para rodar la película "Sopa de Ganso" de los hermanos Marx, pues entre los trabajadores de este famoso estudio se encontraba un lojeño músico y fascinado por la cinematografía. Había emigrado a Estados Unidos en 1930 después de salir de Loja tras un descalabro amoroso y un ruinoso negocio de fotografía,  la cuestión es que no sabría explicarles si lo uno fue antes que lo otro.
La anécdota es que Manuel Marín que así se llamaba nuestro protagonista empezó haciendo pequeños encargos en Hollywood trabajando para unos estudios cinematográficos.
El auge del cine en Estados Unidos estaba en su apogeo y las grandes superproducciones como «Los diez mandamientos» (1923) «El virginiano» (1929) o «El signo de la Cruz» (1932) necesitaban de decorados naturales y he aquí donde aparece Manuel.
En esa época Manuel  empezaba una nueva relación amorosa con una de las secretarías de producción, su nombre era Leonor Quirós, la joven y bella muchacha de origen latino lo tenía encandilado. Su destino empezó a cambiar en cuestión de amores, pero la mala suerte seguía acompañando.  Al poco tiempo de su relación sentimental se enteró que su novia era acosada por un alto ejecutivo de la Paramount con el que trabaja y en época de depresión económica no era momento de perder ambos el empleo.
Así fue como en uno de los garitos de Los Ángeles Manuel conoció a Harpo «el mudo» de los hermanos Marx con el que inició una estrecha y prolifera amistad pues a los dos les gustaba la música y el arpa. Tras una larga noche de copas e íntimas confidencias Manuel decide compartir  su secreto con Harpo que compadecido y solidarizado decide ayudarle.
En complicidad con sus hermanos que en ese momento estaban inmersos en la producción de «Sopa de Ganso»  deciden ayudar a «Manolo» como ellos le llaman.
Lo primero que hace Groucho es nombralo jefe de plató de exteriores y le encarga que busque y sitúe el ficticio país de Sylvania en Europa y que ruede exteriores y panorámicas de interés por su belleza.
Le encomienda que en el plazo de tres meses esté de vuelta con la grabación y para su alegría le dice que podía contar con la ayuda de la secretaría de producción cinematográfica.
La propuesta de los hermanos Marx era la oportunidad que Manolo estaba esperando para demostrar su talento en el campo de la cinematografía. Así pues tras coger un equipo de filmación en compañía de Leonor se embarcaron rumbo a Europa.
Mientras tanto los Hermanos Marx empezaron a tener problemas con algunos directivos de la Paramound, pues no veían con buenos ojos que se despilfarraba el dinero con viajes innecesarios y con personal poco cualificado para esos menesteres, alegando Groucho Marx: «Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!».
La aventura de Manolo en Europa se inició en su pueblo natal de Loja, allí se instaló en la antigua casa de sus padres de la calle Mesón del Arroyo. Ahí presentó a la que sería su mujer Leonor. Fueron días maravillosos, días en que Manolo le enseñaba a su prometida los alrededores del pueblo. Los Infiernos de Loja, Rio Frio, La Iglesia de San Gabriel, El Pósito, la fuente de la Mora o de los veinticinco caños, la Iglesia de Santa María de la Encarnación, La Alcazaba y largos paseos por los barrios de su pueblo saboreando los famosos roscos de la pastelería Santa Teresa abierta desde 1840.
Pasado un tiempo se recibió del director Loe McCarey un telegrama pidiéndole que regresara con las filmaciones de recursos naturales a Los Ángeles con el fin de visualizar las imágenes del país de Sylvania pues la película se iba rodar en breve.
Manuel había grabado muchos parajes, pero le quedaba rodar la parte más importante «Sylvania» una panorámica. Esa misma tarde ensimismado en el porche de la casa de sus padres con la mirada perdida en el paisaje de la villa que se le ofrecía desde ahí descubrió que el país que esta buscado lo tenía frente a sí. Sin más demora a la mañana siguiente filmó la famosa panorámica de Sylvania.
La película «Sopa de Ganso» se convirtió en un rotundo éxito siendo la última de los Hermanos Marx con la Paramount. Al poco tiempo, todo el equipo de filmación fue contratado por la Metro Goldwyn Mayer.
Nuestro entrañable personaje, Manuel, se casó en la Baja California con Leonor y siguió en la nómina de los Hermanos Marx hasta su disolución. 
Y parafraseando al genio Groucho: «Citadme diciendo que me han citado mal».