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Los Mosqueteros de Beznar

viernes, 27 de enero de 2017

Beznar
Algunas veces las leyendas dan paso a las tradiciones y en esta que hoy os traigo se ha  convertido  en una de las más populares  y tradicionales de la provincia de Granada. Pasada de padres a hijos es todo un ritual donde cada elemento tiene un significado especial dentro de la propia familia. Hoy en día  jóvenes y no tan jóvenes inmortalizan un episodio de su pasado,  garantes de una  tradición que año tras año viste a Beznar de colorido y ruido. Así pudo comenzar está ritual leyenda de los Mosqueteros de Beznar.
Cuenta la leyenda que… Corría el año 1568 cuando el ataque fue rápido, efectivo y mortífero, el Ibrahim Agad con los monfíes de Nigüelas, moriscos refugiados en las estribaciones de la Sierra Nevada dedicados al bandolerismo y practicantes de su fe coránica, estaban entrenados para actuar y desaparecer con rapidez, esta vez llevándose un preciado botín…el Santísimo de Beznar y una muchacha hija de uno de los asaltados asesinados.

El refugio de estos sublevados estaba en plena montaña, de ahí que fuera muy difícil encontrarlos pero la gente del pueblo estaba dispuesta a recuperar su tesoro más valioso «El Santísimo». Para ello se habían organizado en una partida de voluntarios llamados «La Hermandad» de carácter semi-militar dirigida por el alférez de los invencibles Tercios de Flandes, don Martín Alonso de Frías que sin dudarlo se dirigieron al Capitán General de Granada, el Marqués de Mondéjar D. Luis Hurtado de Mendoza quien les concedió 25 mosquetes y arcabuces, armas blancas y munición.
La primera operación que propone la hermandad es localizar el campamento de los monfíes cuestión difícil por su ubicación en una sierra extensa, llena de cuevas y desfiladeros que sin la información oportuna,  sería como buscar una aguja en un pajar. La demora de la expedición  de salvamento podía dar al traste con el recate del Sacramento y los cristianos presos.

La propuesta vino de uno de los voluntarios de la hermandad. ––Si no tenemos la ubicación del campamento de los bandidos…solo nos queda una solución…uno de nosotros se hará apresar por los monfíes de la sierra, descubrir su guarida para después escapar. Con esa información la hermandad atacará por sorpresa, liberando a los cautivos y recuperando El Santísimo.
Todos quedaron en silencio pues la solución aunque sencilla era alta peligrosa y nadie quería ir de héroe en esta misión, así que decidieron echarlo a suertes tocándole a uno de los corredores voluntarios, Víctor  Hernández un joven fuerte y vigoroso que reaccionó con valentía sin amedrentarse del peligro que corría  aceptando el plan de la hermandad.
Tardó poco en ponerse en marcha camino a Lanjarón. A las pocas leguas de atravesar por el puente del Tablate salieron al paso cuatro monfíes de la partida de Ibrahim. Esto no tardaron en apresarlo con extrema violencia ya que Víctor hizo ademán de resistirse, con lo que se llevó unos cuantos bastonazos y la amenaza de cortarle el cuello si seguía oponiendo resistencia.

El primer paso ya estaba dado, Víctor  estaba preso por los monfíes. Pero la operación iba a dar al traste, pues oyó a los asaltadores de caminos la intención de venderlo de inmediato como esclavo al rey de la Alpujarra Aben Humella. Este pagaría bien a sus captores, pero otro de los rufianes señalo que si se enteraba Ibrahim Agad, el cabecilla de todos ellos, los colgaría del puente de Tablate al día siguiente por traición.  Lo mejor era juntarlo con los otros esclavos que tenían en el campamento y venderlos a todos en la partida de esclavos que estaban preparando   para Berbería a cambio de arcabuces y munición que era lo que más necesitaba para continuar la sublevación contra los cristianos. Así pues, la segunda parte del plan empezaba a materializarse cuando se pusieron en marcha hacia el campamento ubicado en la parte izquierda del barranco de Tablate entre dos pequeñas lagunas.  Allí Víctor fue conducido al fondo de una cueva donde se encontraban el resto de cautivos.
La doncella secuestrada se encontraba en otra oquedad preparando unas gachas de cebada que era el único sustento que tomaban los prisioneros una vez al día y que se repartía por la tarde en trozos de cuenco roto o en las propias manos. A los monfíes tenían que mantenerlos con vida hasta que fueran vendidos como esclavos en el mercado del norte de África.

Esa misma tarde a la hora de repartir las gachas, María de la Trinidad… así era como se llamaba la doncella pudo contactar con Víctor y este le informó de sus intenciones  de escapar del lugar e informar a la hermandad, María por su parte le dijo donde guardaban el Sacramento.
La noche llegó y con ella la fuga de Víctor por un descuido del carcelero. María le hizo pasar un cuchillo entre las gachas y cuando todos dormían le rebanó el cuello al centinela sin despertar a nadie, la fuga por los despeñaderos estuvo a punto de concluir en un desfiladero si no hubiese sido por el conocimiento del terreno y la destreza del mozo que en poco tiempo se plantó en Beznar informando a la hermandad de todo lo que había visto en el campamento  de los monfíes y como llegar hasta él,  cumpliéndose la tercera parte del plan.

La hermandad alertó a todos sus miembros, poniéndose en marcha hacia la cueva de los rebeldes. Hacia allí partió don Martín Alonso con treinta mosqueteros y once corredores atacando por sorpresa en la oscuridad de la noche, cuarta y última parte del plan de rescate.

Después de una dura lucha donde los monfíes salieron derrotados,  se liberaron a nueve de los veintitrés prisioneros cristianos entre lo que se encontraba María de la Trinidad, que aunque herida, logró llegar hasta el lugar donde se encontraba el Sacramento mostrándolo a los mosqueteros gritando. ––¡Aquí está nuestro Dios! ¡Aquí está el Señor! ––Cayendo estos de rodillas y dando gracias por la victoria. El Santísimo fue conducido hasta Beznar por la doncella, quien lo entregó al Párroco mientras los mosqueteros realizaban las primeras descargas de pólvora en honor al Santísimo.

En recompensa a la victoria fueron obsequiados con coronas de flores y cintas de colores que penden de sus espaldas, dando origen al atuendo típico que lucen en la actualidad. Conocido el hecho por don Juan de Austria constituyó la Hermandad del Santísimo Sacramento de Beznar en 1571, además de concederles una pensión vitalicia y el privilegio de escoltar a la Sagrada Forma en sus salidas procesionales, custodiando permanentemente dos de ellos el sagrario.
Dedicada a mi amigo Víctor Chaves Cabo de los Mosqueteros de Beznar y a todo un pueblo que ha sabido mantener viva la llama de sus ancestros, siendo fieles custodios de sus tradiciones.